Es verdad.
Tienes toda la razón.
No eres nada especial.
Eres una más,
de varias decenas de chicas.
Un mero número.
Una estadística.
Una cifra.
No eres
ni la más guapa
entre ellas
ni la más inteligente
ni la más brillante
ni la más simpática
ni la más comunicativa.
Aunque de todo eso tengas profusión.
No hay razón
racional
para que
desperdicie(s)
tanto tiempo en ti (mí)
contigo (conmigo).
Estamos
labrando
un surco
profundo
con todas
nuestras
cotidianas
peregrinaciones
a la Ciudad
Santa
de
WhatsApp.
Que no tienen
sentido alguno
pues
lo
nuestro
es
imposible
e
improbable.
¿O no?
Esas leyes
de la espiritualidad
hindú
de las que te mofas(te)
cuentan
que la persona
que ha llegado
a nuestra vida
es la que
justamente
debió llegar.
Y que el momento
en que ha llegado
es en el que debía
llegar.
Tal vez
sea cierto.
Pongamos que lo es
y que tú
has entrado
en mi vida
porque tú necesitabas
experimentar algo,
aprender,
y que yo he entrado
en tu vida
porque
necesitaba
aprender
algo.
Vivirlo.
Algo o que,
o bien llevábamos
tiempo
necesitando aprender,
o bien algo,
que es el momento
de que aprendamos
o de que experimentemos.
Por ejemplo,
que es posible
quererse
pese
a
pensar
tan
tan
tan
tan
distinto,
en política,
en religión,
en dietética,
en economía,
en psicología
en gustos
y colores.
Tal vez
sea el momento
de poner
en la
balanza
las convicciones
y
superarlas
en el otro
fiel
de la
balanza.
Tal vez seas
LA de la lección
que me toca
aprender.
LA de la
experiencia
que voy
necesitando.
LA de la
revelación
que me ha de llegar
para que mi prédica
de la Unidad
sea vivencial
y no solo
teoría.
LA de la
manifestación
de que
somos Uno
y
amornizamos
mediante
el
espíritu
de
la
Unidad,
el Único Bueno
el Espíritu Santo
el Amor.
Puede
que
Eros
se
haya
puesto
al
servicio
de Agapé
para
que
nuestros
corazones
resuenen
y
amornicen
y
sustituyamos
los
prejuicios
por
amor.
¿No hacen eso,
sexo,
nuestros
parientes
bonobos?
¿No les va
mucho mejor
que a
nuestros
parientes
chimpancés?
Tal vez
era
la
hora
de
que
experimentaras
que
es
posible
amar
a
más
de
un
hoombre,
hasta
a
más
de
un
vasco,
hasta
vasco libertario,
a
la
vez.
Y,
tal vez,
te haya
tocado
grabártelos
en
las
entrañas
para
diluir
y
transformar
ideas
preconcebidas
extrañas.
Nos queremos
y basta.
Venus,
el tuyo,
mi Venus,
mi Marte,
mi Urano,
mi Plutón
nos
han
venido
al
rescate.
A darnos
una
soberana
lección
de
cómo
amar
es
más
fructífero,
constructivo,
gozoso,
inteligente,
conveniente,
agradable
que
atrincherarse
y
guerrear.
Te quiero
mi chica
mi mujer
LA de la
curiosa
forma
de
entrar
en
mi
vida.
Por mucho que
no seas
Nada Especial.
Gerttz